Lo vi conversando con sus amigos haciendo gala de la habitual caballerosidad que lo acompaña desde que ascendió. Siempre sonriente, amable, y recibiendo tantas adulaciones que olvidé al instante los malos tratos que me infligía.
Y es que no lo puedo negar, lo amo con todo el corazón. También me adora, lo sé. Es un romántico empedernido pero… de la misma forma es celoso al extremo. Cuando supone que miro a otro hombre, o lo contradigo, se transforma de inmediato y me pega hasta el cansancio con un bolillo. Algunos pocos piensan que lo provoco y por lo tanto lo merezco, otros aconsejan que lo denuncie, pero no sé qué hacer. Las huellas de los golpes en la piel y en el alma son imborrables y pueden fomentar odios; pero en mi caso, al verlo arrodillado implorando perdón lo veo tan frágil y sincero que hasta me ilusiono.
El bolillo © Antony Sampayo - 2011
El bolillo © Antony Sampayo - 2011
4 comentarios:
Un caso de amor-odio o sadismo-masoquismo, Antony, y pensar que hay parejas que viven así...
Muy real, Blanquita, muy real.
Besos.
no conocia este espacio Antony por aca andaremos
mucho exito
pegale! de besos ;D
Bienvenido, Reptil, igual te invito a pertenecer a nuestro foro Letras Entre Amigos.
Abrazos.
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